Según la OMS: Las enfermedades desatendidas u olvidadas afectan a las poblaciones más humildes en lugares remotos y marginales.
8 de mayo – Un contacto ancestral
Con morrales al hombro, botiquines y maletas cargadas de ropa y medicamentos, siete integrantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes tomaron el único vuelo diario que sale desde el aeropuerto El Dorado, de Bogotá, hacia la ciudad de Mitú, en Vaupés.
Una comitiva del gobierno departamental les preparó la bienvenida.
– Nos recibieron con casabe (tortilla de yuca) y quiñapira (sopa de ají y pescado). Jamás había probado algo así, cuenta Manuela Franco, una de las estudiantes.
Al caer completamente la noche, un piache los rezó. Con la cara pintada bailaron y celebraron un ritual indígena que los protegería de algún peligro selvático.
9 de mayo – Escuela por hotel
Bañados de sol, sobre arbustos y carayurús –plantas exóticas de la región– se posaban los pájaros a cantar.
Precavidos, los estudiantes, salieron del hotel embadurnados de repelentes y bloqueador solar, en busca de víveres y gasolina para emprender la travesía a lo profundo de la selva.
Después de navegar dos horas en lancha por el río Mitú y de caminar otras tres entre caños y con el agua hasta la cintura, llegaron a Wakará, una comunidad de casas de madera y techos de lata, localizada a 30 kilómetros del casco urbano.
La escuela del resguardo sirvió de alojamiento.
10 de mayo – Una sola familia
La humedad abrumaba esa porción de tierra silvestre.
Allí habitan los kakua, una tribu indígena relacionada con los nukak por su afinidad lingüística. En su mayoría son mujeres y niños que subsisten con las bondades que ofrece la naturaleza.
Mientras el cielo aclaraba, los médicos se bañaban en el río.
En ese rincón del suroriente del país no existe agua potable y, a duras penas, llega un jabón.
Ese día los estudiantes se familiarizaron con la comunidad y entregaron algunos presentes. Luego, después de almorzar, los visitaron casa por casa, los escucharon, entendieron su realidad y se prepararon para atender sus dolencias.
–La mayoría duermen pegados a los fogones (de leña), comen junto a los animales, andan descalzos y a muchos otros los agobia una extraña piquiña, concluyeron esa noche.
A las nueve, apagaron la planta eléctrica y todo quedó en total oscuridad.
11 de mayo – El aguacero
Aunque amaneció lloviendo, las cuadrillas médicas se activaron.
– Las hamacas en las que duermen viven mojadas. Lo grave es que no se lavan ni, mucho menos, tienen recambio y esto hace proliferar los ácaros, cuenta preocupada Sofía Ríos, magister en Salud Pública.
Los médicos encontraron escabiosis, tungiasis y pediculosis, tres de las nueve Enfermedades Infecciosas Desatendidas (EID) registradas en Colombia, según el Ministerio de Salud y Protección Social.
Por eso viven rascándose.
– Hicimos curaciones, les dimos medicamentos y desparasitamos a los niños, puntualiza Jovana Ocampo, profesora de Salud Pública de Los Andes y líder del grupo.
Ese día la lluvia no dio tregua.
12 de mayo - “Donde Colombia es Colombia”
Fue el último baño con agua del río. Entre sonrisas, abrazos y fotos alistaron maletas y prepararon el embarque.
– Atendimos más de 100 personas, dice la profesora.
La lancha estaba lista, pero antes, los indígenas, agradecidos, homenajearon a los médicos con chicha, quiñapira, pescado moqueado, casabe y otros manjares autóctonos.
– Fue enfrentarse a la otra cara de mi país. Fue una experiencia que transformó mi realidad y, seguramente, la mirada que tenía de mi profesión, expresa Luis Guillermo Gómez, otro de los estudiantes.
Regresaron a Mitú y presentaron un informe a las autoridades departamentales de salud. Atendieron 30 familias y 5 casos de hospitalización fueron reportados a la EPS con el apoyo de la Secretaría Departamental de Salud del Vaupés.
Ya en el avión y de vuelta a Bogotá, en la mente de los médicos retumbó aquella frase que los kakua les dicen a todos sus visitantes: “Aquí es donde Colombia es Colombia”.